No todo es orégano en la nutrición de las plantas
Cogemos un poco de ácido nítrico, lo
mezclamos con urea, algo de calcio que le va bien a las plantas y, cómo
no, un poquito de ácido fosfórico que también le irá bien. Lo mezclamos y
nos encontramos con una precipitación de los líquidos que nos costará
siglos quitar. Y, también, con una obstrucción de nuestros goteros que
tendremos que solucionar manualmente o con estos metodos.
La importancia de saber qué añadimos al suelo
Aunque ya es un tema trillado en
Agromática, no está de más volver a recordarlo. En los sacos de los
abonos y fertilizantes que podemos comprar en almacenes agrícolas
podemos ver números que no todo el mundo sabe interpretar.
Además, en el mercado podemos encontrar muchas formas de llegar al mismo sitio, pero por distintos caminos.
Pongamos por ejemplo que necesitamos
aportar 100 U.F. (unidades fertilizantes) de nitrógeno a un cultivo, con
lo cuál, podemos hacerlo de varias formas:
- Nitrato amónico
- N-32
- Sulfato amónico
- Ácido nítrico
Todas estas formas, con su distinta
composición, son formas de aportar nitrógeno. Y eso que hemos puesto
este ejemplo concreto, pues también lo podríamos haber realizado con
fósforo y potasio, por ser los macronutrientes principales.
Ahora bien, ¿qué diferencias puede existir entre uno y otro?
Con el nitrato amónico (33,5% – 34,5%), aportamos una parte como nitrógeno amoniacal y otra parte como nitrógeno nítrico.
Es decir, el nítrico es la forma más simple y asimilable, y la que más
rápido efecto va a hacer en el cultivo. El amoniacal necesita nitrificarse, es decir, oxidar el amonio a nitrito.
Tranquilo, eso no lo haremos nosotros, sino la temperatura, los microorganismos silenciosos, etc.
Con el sulfato amónico aportamos
todo el contenido en nitrógeno (21%) en forma amoniacal, por lo que no
actuará tan rápidamente en el cultivo. Además, aportaremos azufre (60%)
al suelo, interesante para suelos alcalinos (¡pero no para suelos
ácidos!).
Ya hemos podido distinguir entre dos
abonos que aportan nitrógeno al suelo. Ahora bien, para llegar a las 100
U.F. de nitrógeno habrá que aportar diferentes kilos de estos abonos:
- Nitrato amónico (33,5%): 298 kg
- Sulfato amónico (21%): 476 kg
Todo depende de cómo esté el mercado. Si
nos da igual utilizar uno u otro, dependerá de los precios de cada
abono para decidir. Para seguir con el ejemplo anterior, si el nitrato
amónico estuviese a 0,35€/kg, pagaríamos 104,3€ para completar esas 100
U.F. En cambio, con el sulfato amónico (0,22 €/kg) pagaríamos 104.72 €. ¡Casi igual!
Las incompatibilidades entre los abonos
Ahora bien, el ejemplo anterior de saber
distinguir y elegir entre distintos fertilizantes que aportan el mismo
nutriente (nitrógeno en este caso) no termina aquí, pues ahora vamos a
lo que queríamos hablar en el artículo: las incompatibilidades.
Pongamos el caso que queremos añadir a
nuestra abonadora un NPK con el fin de poder aportar al cultivo los
nutrientes principales que necesita.
En este caso, habría que estudiar qué fertilizantes son o no compatibles, para no tener problemas de mezclas.
Veamos la siguiente imagen.
Primero, aclarar una cosa:
I: incompatible.
X: compatibililidad limitada. Eso quiere decir que se pueden mezclar en el momento de abonar, pero no dejar mucho tiempo mezclados.
C: compatibles. ¡Todo Ok!
Si queremos abonar con sulfato amónico
porque queremos descomponer la materia orgánica que tenemos y, además,
aumentar el pH del suelo para liberar ciertos microelementos, debemos
tener en cuenta que no podemos mezclarlo con nitrato cálcico (un abono muy común) ni con fosfato monoamónico. Este último, lo podríamos hacer con el nitrato amónico.
El calcio siempre ha sido muy puñetero. Hay veces que por mucho que aportemos Ca al suelo, nos salen problemas y deficiencias en el cultivo porque la planta no es capaz de movilizarlo.
Incluso en los humanos pasa lo mismo y cuesta fijarlo, por lo que a
menudo añaden vitaminas para ayudar en su asimilación. En la agricultura
pasa lo mismo, solo que añaden elementos quelantes o citoquininas para
facilitar su absorción radicular (o foliar).
Con el resto de fertilizantes
también da problemas. Es muy puñetero. A menudo, obliga al agricultor a
tener una segunda abonadora o bien, a abonar primero con una mezcla y
luego otra sola para el calcio.
Como ves en la tabla, es incompatible
casi con todo, exceptuando el ácido nítrico, el sulfato potásico y la
urea, donde estos dos últimos hay que hacerlo en el momento de abonar.
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